Pokémon Diamante y Perla llegó a nuestro territorio allá por el julio de 2007. 4 años después de los magníficos Rubí y Zafiro, que vuelvo a recordar que se trata de mi generación favorita hasta el momento, Pokémon daba el salto a la doble pantalla. La Nintendo DS sería la encargada de acoger la cuarta generación de Pokémon. Aquí ya hubo quejas muy fuertes respecto al diseño de Pokémon, partiendo por los legendarios. "Parecen Digimon". A mí esto me la sopla, entre nostalgiafags y ser fan de Digimon desde hace años, pero sí se aprecia un cambio a la hora de crear criaturas, con diseños más complejos, no mejores, diferentes. Pero en fin, vamos al juego.
Gráficamente, se aprecia un salto respecto a sus predecesoras en GBA, por supuesto, pero el examen del tiempo ha demostrado lo que yo pensé un poco de primeras: que se habían quedado a mitad. No impresiona como me impresionó 4 años antes su predecesor, que aprovechaba bastante bien la arquitectura de Game Boy Advance. Ésto se queda, técnicamente hablando, como el eslabón medio entre GBA y NDS. Tiene acercamientos a unas falsas 3D que indicarían dónde irían los tiros a la postre: mejor implementadas en Blanco y Negro y el paso 3D definitivo que va a suponer la sexta generación. Es lo más destacable en ese sentido, así como unas buenas animaciones de combate... pero eso, el paso fue más saltito que carrerón. El mapa tampoco me pareció muy largo, mi primer vistazo fue algo así como "joder, qué corto, los 2 anteriores eran más largos". Luego vi que habría misiones y post-Liga suficientemente jugosas y me tuve que callar un poco.
Diamante y Perla puede pecar por un lado de inmovilista, pero para nada es un mal juego. Le metí más horas que al en teoría superior Negro (ya os contaré los motivos en su respectiva reseña). ¿Por qué? Porque la grandeza de la mecánica de la saga perrmanecía intacta, y el metagame pegó un nuevo salto tremendo. Si ya se venían cociendo mecánicas interesantes desde RZE, DP duplica este aspecto del metagame competitivo. Un mundo nuevo de posibilidades como la aparición de Espacio Raro o Trick Room, el cual empezó a usarse de broma y terminó siendo un arma clave en una estrategia centrada en torno al movimiento (durante cinco turnos invierte la velocidad del combate, es decir, los Pokémon más lentos atacarán antes). Algunos cambios en movimientos como Mofa también ayudarían a enriquecer el metagame particular. Pero, sin embargo, el cambio más importante será que, al fin, nacería la distinción definitiva entre Ataques Físicos y Ataques Especiales que conocemos a día de hoy. Así se aprovecharían mejor atacantes físicos de tipos antes encasillados como especiales, un ejemplo claro de esto es Gyarados, uno de los grandes beneficiados de la generación. También regresa el ciclo día-noche, tristemente ausente en la tercera generación, y de forma más completa, con 4 variantes en lugar de 2, que en Oro y Plata. Un cacareado regreso para aplaudir.
Lucario, uno de los grandes fichajes de la 4th gen
La banda sonora experimenta un pequeño bajón del cual creo que la saga no se ha recuperado. Sinceramente, la música de las 3 primeras generaciones me parece tan rematadamente grandiosa que los intentos de modernizarla, aun gustándome, no me llegan tanto como las anteriores. Cuestión de gustos, pero todo hay que reseñarlo. En cuanto al nivel de dificultad, me pareció, creo recordar, ligeramente más complicado que su predecesor. Las escenas están pulidas, nuevas formas de evolucionar, el añadido de varias evoluciones para criaturas del pasado, los puzzles puntuales siguen siendo adictivos... y se recupera la retrocompatibilidad, de forma bastante sencilla y sin necesitar doble consola, como sí necesitó por motivos evidentes (el salto generacional fue dentro de la misma consola) su sucesor. Algo que no me gustó fue la reinterpretación del Concurso Pokémon, que tantas alegrías me dio en Rubí y Zafiro, aquí no me llegó a enganchar, y seguramente a más de uno tampoco. Como prueba, que terminaron por desaparecer. Post-Liga seguimos teniendo un juego rico y lleno de cosas para hacer, desde legendarios hasta diversas misiones extra. Tenemos decenas de horas y horas de diversión asegurada.
A nivel general, no me parece la mejor por lo ya explicado. A nivel jugable, está mejor equilibrada que NB, avanza la historia respecto a las anteriores, Platino introduce como novedad niveles del estilo del Mundo Distorsión, con su particular jugabilidad. Cada juego principal ha de ser un añadido clave en la juegoteca de cada aficionado a la saga, y éste no es para menos. Sin embargo, no puedo dejar de ser crítico y resaltar un par de defectos entre sus virtudes. La principal es que no aprovechó como debía la potencia de la Nintendo DS, quedándose un poco a medias. Algo compensado, por suerte, por una edición con una jugabilidad magistral, una historia que iba mejorando cada vez más y un metagame que se nutría de la imaginación de los jugadores y de las nuevas técnicas disponibles para ponerse serio, muy serio. Se podría resumir como más de lo mismo, pero mejorado. El cuarto testamento de una saga cuyo final anda lejos. Espero traeros una reseña decente de Blanco y Negro pronto, y de XY más adelante. Con Dios.
Por supuesto, si os cuesta haceros con el cartucho original, siempre podéis tirar de nuestro amigo el emulador, si no lo habéis catado como es debido, y sumergiros en los entresijos de nuestros colegas del equipo Plasma y las criaturitas encantadoras que moran la región de Sinnoh.
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