El videojuego como producto comercial nace en los años 70. Es un mercado reducido, pero ya tenemos los primeros juegos de entretenimiento electrónico: el archiconocido PONG de Atari (la segunda videoconsola de la historia tras la Magnavox Oddissey). Ésto es lo que conocemos como Primera Generación, que ha quedado relegada al olvido. La generación de aquel entonces apenas tuvo relevancia en comparación a lo que le vino. La Segunda Generación creció en oferta, con el cambio de década (finales de la anterior/primeros 80): Game & Watch, Atari 2600, la primera consola de Sega, la S6-1000...
El primer boom del videojuego llega con la Tercera Generación, cuando Nintendo entra en escena. La gloriosa época de los 8 bits. Por una parte, el mercado portátil se revienta con la llegada de la Game Boy, una consola que sobreviviría más de una década, gracias a títulos como Bomberman, Dr. Mario, Kirby's Dream Land o MegaMan, así como el sempiterno Mario, donde quiero destacar a mi queridísimo Super Mario Land 2. Grandes vendeconsolas como Pokémon no llegarían hasta algo más adelante. Pero la consola que revoluciona el mercado es la Famicom, o como la conocemos en Occidente, la Nintendo Entertainment System o NES. La Master System de Sega (con 13 millones de unidades vendidas) o el fracaso de la Atari 7800 (3 millones) no serían capaces de competir de tú a tú con la potentísima bestia de Nintendo, que superó los 60 millones de unidades despachados. Aquí ya puedo hablar. ¿Cómo son los videojuegos de la época, en qué se basan? Pues bien, pese a la modesta potencia técnica de las consolas de aquel entonces, empiezan a despuntar o directamente a crearse algunas de las franquicias más exitosas de la época. La primera época dorada de Mario, el nacimiento de Metal Gear (no publicado inicialmente en la NES, aunque bien llegaría), franquicias gordas de Nintendo como The Legend of Zelda o Metroid, otras como Castlevania, y claro, otra bestia comercial como son los primeros Final Fantasy de Squaresoft.
¿En qué se basaban estos juegos? Cuando las limitaciones del formato te impiden hacer juegos extremadamente largos (había excepciones, pero la vida jugable no solía ser muy larga) o muy vistosos, sobre todo para los que hemos crecido con videojuegos posteriores, tienes que basarte en otra cosa. Lo primero: el control. Simple, pero adictivo. Mario o The Legend of Zelda dieron clases maestras de cómo sacarle miga a algo tan sencillo como era el mando de una NES. La personalidad que a día de hoy parece haberse perdido: toda época tiene juegos punteros y juegos que intentan aprovecharse, de una forma u otra, de la fórmula de éxito, sí, pero el carisma y el encanto, así como innovaciones en diversos campos, dan un plus de carácter a estos simpáticos juegos. Todavía nos podíamos quejar, si eso, de la falta de un argumento (que a éstas alturas no era importante) o del tema de la dificultad. Ha sido admitido por desarrolladores y creadores que, a falta de la posibilidad de hacer juegos largos, eran evidentemente más desafiantes para darle mayor vidilla. En ocasiones ésto era un plus (y actualmente hay muchos videojuegos demasiado fáciles), en ocasiones desesperaba. Para mí el equilibrio se encontraría en las dos siguientes generaciones, de las cuales os hablaré ahora.
La Cuarta Generación está encabezada por la sucesora de esta máquina dorada, la Super NES, y otras como la Neo Geo, la Sega Mega Drive (la jugada que mejor le salió a la compañía, entre tantas decisiones cuestionables) o la TurboGrafx. Para mí, es una de las dos generaciones clave: tanto a nivel de decisiones comerciales, como artísticas. Los 16 bits trajeron una mejora importante en el apartado técnico, sin perder la personalidad de juegos más sencillos. Primeros esbozos en 3D, la época dorada del RPG de corte japonés, un avance en el diseño gráfico y artístico, con una variedad de colores superior... y juegos más largos y equilibrados, por primera vez, permitiendo explayarse adecuadamente con el argumento. Tenemos herederos directos como los siguientes Zelda (A Link to the Past) o Metroid (Super Metroid), que no tenían el argumento como su fuerte, pero sí un diseño artístico y una profundidad bestiales, pero también juegos como Chrono Trigger o Final Fantasy VI, donde los argumentos enrevesados y la jugabilidad precisa y exquisita se acompañaban de la potencia técnica, sobre todo en el apartado sonoro. Sentó las bases del videojuego moderno, en el mejor de los sentidos. Pero ésto llegaría un paso más allá, y aquí es opinión personal dado que por algo es con la que nací yo en temas de sobremesa, en la Quinta Generación.
Has llegado lejos, aventurero, pero, ¿tienes fuerzas para seguir leyendo?
Por un lado, la nueva Atari (Jaguar) enterraría las posibilidades de la compañía de hacer algo a nivel de arquitectura, la Sega Saturn hundiría el crédito de su predecesora y clavaría la primera estaca letal en el futuro ataúd de Sega. Nintendo, con su competitiva 64, perdería algo de mercado pero se mantendría gracias a un público fiel. Pero la victoria de esta generación se la lleva la flamante nueva consola de Sony y su sonado aterrizaje en el mercado. Aquí, las características positivas de las dos anteriores generaciones (personalidad, protagonistas carismáticos, jugabilidad exquisita) se mantienen y se potencian, así como el sistema de CD utilizado por PSX, permitiendo juegos mucho más largos que la competencia, como, véase, la propia Nintendo 64, que también daría grandes juegos (el galardonadísimo TLOZ: Ocarina of Time, Banjo Kazooie, Super Mario 64, Perfect Dark, Goldeneye 007, etc). El mercado portátil vería a una apañadísima Game Boy Color que cobijaría el fenómeno Pokémon (juego que también se podía mover en la vieja Game Boy)... pero la máquina de Sony arrasaría con todo. Técnicamente no era superior a la 64, pero la nueva moda de las 3D, que tras varios experimentos daría lugar a joyas del nivel de los primeros Resident Evil, Metal Gear Solid, Final Fantasy VII-VIII-IX, Gran Turismo, las sagas Spyro, Medievil o Crash Bandicoot... la época dorada de los plataformas en 3D, la velocidad y la acción irían un paso más adelante, todo ello manteniendo el carisma y la personalidad en un mercado que ya no era tan minoritario como de costumbre, o grandísimos juegos en 2D como Castlevania: Symphony of the Night. Para mí, ésto es la clave de la evolución videojueguil.
Aquí no acaba todo. La Sexta Generación estaría dominada por una tripleta que a día de hoy sigue mandando: Nintendo, Sony, y la recién llegada Microsoft. En el territorio portátil nadie podría ni toser a la GameBoy Advance, tras el fracaso sonado de la N-Gage, la "consola-teléfono móvil". Personalmente no conocí a nadie con una. Pero a nivel de consola de sobremesa: Sega dejaría de dedicarse a las consolas (que no a los videojuegos) tras el fracaso de la Sega Dreamcast, Microsoft entraría en escena con la Xbox, que incluso cosechó, para ser una debutante en un mercado casi monopolizado por Sony, unas ventas estimadas en 25 millones de unidades, gracias a nuevas franquicias como Halo, superando a la Nintendo GameCube, que confirmaba que las decisiones de Nintendo no estaban siendo muy allá, aun contando con un catálogo curioso (Baten Kaitos, Metroid Prime y diversas franquicias tradicionales, Resident Evil Remake...). Pero la indiscutible vencedora fue PS2: más de 160 millones de unidades vendidas, siendo la consola de sobremesa más vendida de la historia y hasta hace poco (fue superada por la Nintendo DS), la más vendida en general. Un acabado técnico más potente, juegos más largos y nuevas y duraderas franquicias exclusivas (God of War, Devil May Cry, Kingdom Hearts, por ejemplo, así como el renacer de Prince of Persia), sus armas. El éxito le sonrió a Sony. Es, posiblemente, la consola que más he disfrutado: unía potencia con pesonalidad. Una maravilla de máquina.
M. L. King tenía una Dreamcast. Y la consola terminó tristemente como el dueño
No puedo hablaros de la misma manera de la Séptima Generación. El primer motivo, porque no he podido disponer al 100% de una consola de sobremesa de dicha generación (sí jugar a varios juegos y trastear con cosas), pero también por motivos de gustos. Aquí empieza el último y definitivo boom comercial de la industria, gracias, en parte, a la Wii, la gran salvadora de Nintendo en el plano económico. No tenía el catálogo de las anteriores, ni de lejos, ni la potencia técnica de sus contemporáneos, pero su propuesta económica, moderna, funcional y, sobre todo, enfocada a un público amplio, no necesariamente jugones clásicos, le salió rentable. También tuvo juegos para los viejos seguidores, pero no tantos ni tan seguidos. Aquí Sony perdió si no la batalla, sí el monopolio, vendiendo 80 millones de unidades, la mitad que su predecesora, 20 millones menos que Wii y números muy parejos a la Xbox 360 de Microsoft, que se consolidaba como una alternativa seria. A nivel de portátiles, la millonaria Nintendo DS no tuvo piedad con la PSP (que cosechó como 80 millones en ventas, cifra nada desdeñable pero notablemente inferior): sería menos potente, pero conservaba el encanto de generaciones anteriores con la accesibilidad de su hermana mayor la Wii, y la doble pantalla con una táctil que tanto gustó. Tengo las dos, y no hay color, desde luego. El problema aquí llega cuando se reducen dos claves para mí importantísimas en el videojuego moderno: la personalidad, tanto a nivel de nuevos protagonistas, la dificultad muchas veces decae, como la personalidad. Es la era dorada del FPS (First Person Shooter), que arrasa con todo: entregas anuales, falta de innovación, campañas individuales cojas en detrimento de un robusto online... desde luego, cosas que como jugador veterano no aprecio, pero que ha hecho que (aborrezco el término con ahínco) "gamers" jóvenes se crezcan. Es una de las cosas malas del videojuego actual.
La Octava Generación es la que nos ocupa. No se puede examinar por falta de perspectiva: Wii U, PS4 y Xbox One apenas han aterrizado, la PS Vita en el mercado portátil (y parece que va a repetir errores de su antecesora), Nintendo con su 3DS parece dominadora del mercado portátil (tengo desde hace unos meses el modelo XL y vaya gozada), y más cuando en poco menos de tres años ha superado los 30 millones de unidades vendidas. La pela es la pela y el tiempo dictará sentencia.
Por supuesto, muchos discreparéis. Yo os animo encarecidamente a comentar, a opinar, a contrastar... y os agradezco que os hayáis leído semejante tochaco. Un saludo y pasen buena tarde.